sábado, 17 de marzo de 2012

Bang, bang, bang.

"¡Hola!
Como ya sabes estoy de mudanza, por fin me he ido a vivir con el el que será tu futuro tío,
y de momento no está mal.
El pueblecito está a las afueras, aún no me ha dado tiempo a verlo, pero según dicen es encantador. Y hablando de cosas encantadoras, seguro que a ti te encanta el hijo de Trevor, ¡Es totalmente tu tipo!
Se que me has prohibido eso de buscarte pareja así que intentaré no hacer nada a pesar de que se que estáis hechos el uno para el otro, pero bueno...
Sabes que aparte de familia somos amigas, así que, ¿Porqué no te vienes a pasar una temporada aquí? A mí se me hará más fácil la adaptación y a ti te vendrá bien para desconectar un poco, ¿Qué te parece?
Te llamaré en cuanto tenga linea de teléfono y lo hablamos ¿Vale?
Te quiero!!! xxo"

Y allí me encontraba yo, dos semanas después, saliendo del taxi con un par de maletas (demasiado pequeñas para mi reputación) y empapada debido al diluvio que caía y del que nadie me había avisado.
El "amable" conductor me había dejado a un par de manzanas de la casa de mi tía, así que era mi tarea encontrar la casa, y aquello estaba desierto, genial.

-No sabes cuanto te odio ahora mismo...
-Espero que no me lo digas a mí, no me gustaría que me odiaras.

Me di la vuelta sorprendida, creía que estaba sola.

-No, hablaba sola, creía que esto estaba desierto...

Ya podía tener el pretendiente de mi tía un hijo escultural, que le resultaría bastante difícil superar al empapado chico que tenía delante. Alto, rubio, guapo.. ¿Sería todo el pueblo así? Podía entender porque a mi tía le resultaba encantador.
También me había fijado el lo verde y bonito que era el césped, y lo altos que eran los árboles, ¿Pero a quién le importaba?

-¿Te has perdido?
-Sí...
-No te preocupes, yo te ayudo, ¿A dónde vas?
-A...

Mientras hacía de mis maletas un caos empapado para conseguir sacar un mapa que había imprimido, el chico se acercó a mí de manera bastante provocativa, y aunque acababa de conocerlo, no llego a incomodarme del todo.

-Por cierto, me llamo Hunter.
-Hunter, hola, yo soy...- me hice un lío con las bolsas, me crucé y enrosqué en ellas hasta el punto de resbalarme.

Sinceramente hubiera preferido perder los pantalones en un estadio de fútbol que vivir aquella situación. Por suerte el chico no carecía de reflejos y me pudo coger antes de que acabara hecha una bola de barro en el suelo

-Yo soy...- era muy fácil perderse en esos ojos azules. Lo de la lluvia y el ambiente parecía simplemente una broma pesada del destino- Demi...
-Demi, ¿Estás bien?
-Sí...
-Bien, pues veamos a donde vas... ¡Vaya! Esta calle es la misma que... ¿A quién vienes a visitar?
-A mi tía Claire, acaba de mudarse con su novio Trevor y...
-Oye, tengo que irme, un placer.

Como si de aire se trataba, ya no podía verlo. De nuevo estaba sola y no había avanzado nada. Me sentía en una película de miedo.

-Gracias...

Por suerte, a pesar de mi desconcierto y tras varios resbalones y unos cuantos morados, encontré el lugar. Subí las escaleras y toqué al timbre. Mi tía y Trevor me recibieron con un abrazo a pesar de lo mojada que estaba, me ayudaron a instalarme y me cambié.

-¿Qué tal el viaje?
-No hablemos de eso, a parte del retraso del tren, el taxita malhumorado y la lluvia, a un chico se le ha ido la olla hace un momento...
-Bueno, algunos chicos están un poco chiflados, ya sabes... pero Hunter es un encanto.
-¿Hunter?
-Sí, mi hijo- intervino Trevor. Me temía algo malo, hasta que apareció Hunter, y confirmé mis sospechas.
-Vaya, el pirado de la lluvia..
-¿Ya os conocéis? ¿Hunter es el del mapa?
-El mismo.
-Oye, lo siento, si me das un momento...
-No, no me lo expliques, ya lo he olvidado...

* * *

No lo había olvidado, había pasado la semana más fría de la historia en cuanto a Hunter y yo se refería. Mi tía había intentado acércanos, Trevor también, incluso Hunter intentaba hablar conmigo cada vez que podía, pero yo me hacía la sorda, o la despistada, o la ocupada, con tal de no hablar con él.
Ahora que lo pienso, fue una actitud bastante infantil, pero dado que todo el mundo en esa casa, incluida yo, intentábamos que Hunter y yo acabásemos juntos, me negué en rotundo.

Algo aquella tarde era diferente. 

Habíamos salido a ver el pueblo. La verdad es que consiguió impresionarme. El pueblo era mas encantador de lo que parecía; de hecho, ni siquiera parecía estar sacado de la actualidad.
Era como un pequeño pueblo sacado de los años veinte.

Hunter se acercaba por detrás, podía notarlo, y mi tía y Trevor estaban de acuerdo, también podía notarlo. por primera vez aquella tarde, decidí escuchar lo que fuera a decirme.

-Oye...
-Dime- me giré para verle algo nervioso, con las manos metidas en los bolsillos y mirando al cielo, obviamente esperando otra negativa por mi parte.
-Vaya, ya me hablas... quería explicarme...¿Oye, porqué estas tan borde?
-¿Esa es tu gran explicación?
-No, perdona. Es que me molestó que mi padre y Claire tuvieran razón sobre que somos perfectos el uno para el otro.

Me dejó perpleja.

-Por eso...¿Te fuiste sin decir nada?
-Cuando me enteré de que eras tú, no supe como reaccionar. De verdad me gustaste, aún estando mojada, siendo torpe y estando perdida.
-Vaya...¿Gracias? Supongo que yo tengo la mismas razones para haber estado borde contigo..
-¿Eso que significa?
-No me hagas repetirlo.
-Te gusto- su cara cambió, se sacó las manos de los bolsillos y empezó a juguetear conmigo- admitelo.
-En tus sueños... tendrás que obligarme.
-Buena idea...
-¡Chicos!

Mi tía había encontrado un cine clásico como los que se ven en las películas que aún proyectaba, y nos convenció a todos para pasar allí el resto de la tarde. El sitio te hacía pensar que estabas en otra época, pero era maravilloso respirar ese aire de otro tiempo.
Claire se las apañó para mandar a los chicos a hacer el trabajo sucio (coger palomitas y coca-cola) y quedarse a solas conmigo para una ración de cotilleos.

-¿Una peli de amor? ¿En serio?
-Trevor y yo no la necesitamos, pero ¿Qué me dices de vosotros?
-¡Cállate!
-¡Vamos! Os he visto coquetear toda la tarde, ¿En serio vas a decirme que no?- puso esa mirada que usa para sacarle información confidencial a la gente, a estas alturas yo ya era inmune- Solo un empujoncito...
-Déjame o me voy a poner roja
-Tú solo te pones roja cuando... ¡shh! ahí vienen...

Se las ingenió para que no se notara que hacía espacio para Hunter a mi lado, y él solo pudo sonreír cómplice, quizá habían alianzas de las que no sabía su existencia...

-Las luces del cine te sientan genial...

A él también, fue un error girarme para mirarlo, ahora ya no podía apartar mis ojos de él.

-¿Te lo estas pasando bien?
-Mejor que nunca...

Pasó el brazo por mis hombros, se acercó, nuestras miradas conectaron, y lentamente fue posando sus labios sobre los míos. ¿Cómo había sido tan fácil? Solo hacía cinco minutos desde que había decidido dirigirle la palabra y ahora estábamos besándonos. Supuso que tendría que darle la razón al resto y asumir que había sido el destino.

El dulce y cálido destino...

miércoles, 14 de marzo de 2012

The flood.

Por fin abro los ojos.

Me despierta un leve ruido pero aún así es suficiente. No me duele la cabeza ni me siento mareada, a pesar de que no recuerdo nada de las pasadas doce horas...extraño.

No es mi cama, no es mi casa, pero reconozco dónde estoy.

Es el grito que doy al darme cuenta de que es Lunes y llego tarde el que me avisa de que no estoy sola, y el que me precipita a caerme de la cama.

-¡Paula!

Me responde con un gruñido. Nunca ha llevado bien lo de no dormir ocho horas.

-¡Llegamos tarde! ¡Muévete!
-Tarde...tarde... ¡Tarde!

Parece que por fin se da cuenta de que los domingos están echos para descansar y acostarse pronto y se levanta precipitadamente; tanto, que parece marearse en el proceso.

Por mi parte, busco todo lo que me pertenece en el caos que Paula se atreve a llamar habitación. Para mi sorpresa, la ropa de la que dispongo no es precisamente adecuada para una entrevista de trabajo, pero aún así me visto, me peino y recojo mi móvil y mis tacones.

-Tenemos que pasar por mi casa, no puedo presentarme así a ningún sitio que abra antes de las once.
-Tienes razón...- me mira de arriba abajo y sonríe- tenemos media hora... ¿Nos da tiempo?
-Más nos vale.. pero primero, ¿Que tal si te vistes tú también?
-Mmm...si, eso... creo que estaría bien...voy.

Cuando por fin mi amiga arrastró su culo hasta la puerta, pudimos darnos un poco de prisa. Por suerte, vivimos muy cerca la una de la otra, y creí que eso nos ayudaría a ganar tiempo...si hubiera sabido lo equivocada que estaba...

En teoría, no debería haber nadie en casa, aunque aún así Paula y yo estamos acostumbradas a susurrar cuando entramos "en secreto". Esta vez, soy yo la que escucha susurros nada más abrir la puerta, y sé perfectamente quién es cada una de las voces de la conversación.

-No creo que eso la sorprenda demasiado, pero también podemos hacerlo...- la voz de mi madre atraviesa mis oídos.
-Dice que no le gustan las sorpresas, pero seguro que le encanta...- mi novio, parece que viene de la cocina.

¿De que hablan? le hago señas a Paula y decido interrumpir la conversación, ¿Quién da ahora las sorpresas?

-¡Ryan! ¿Qué estás haciendo aquí? y... - le hecho un vistazo al estado actual de la cocina- ¿Qué es todo esto?
-Bueno, yo me voy...- mi madre a veces consigue escabullirse tan rápido que da miedo. Ojalá hubiera heredado esa capacidad...
-¿Y esa ropa?
-Vale, ¿Qué es esto?- cojo un bol de harina que hay sobre la mesa y lo pongo entre Ryan y yo.

Al segundo siguiente noto como mi cara ha quedado cubierta por una capa blanca, obviamente de harina, obviamente gracias a que al gracioso de mi novio se le ha ocurrido soplar en dirección a mi cara.

-Bueno...yo voy yendo ¿vale? Te espero allí...- yo en su lugar también habría salido de allí sorprendida lo más deprisa que hubiera podido, pero en mi caso no era posible.

En cambio, yo podía hacer otras cosas.

Como era de esperar, ahora ya no era mi cara la única que estaba totalmente blanca.

-Que mala eres...
-¿Qué mala soy?
-Yo que quería hacerte algo bonito...
-Ya...- no puedo decir que no dirigiera contra el algunos proyectiles más de magia blanca.
-Sabía que te iban a contratar, pienso algo bonito, ¿Y así me lo pagas?

Sus palabras, como hacían normalmente, escondían un mensaje oculto, en este caso, lo que estaba pensando hacer conmigo nada más acabar de hablar.
Él, metro ochenta, castaño y de grandes ojos azules, parecía un niño disfrutando en el parque mientras me cubría de harina e inundaba la cocina . También acabó herido de blanco, aunque desde luego consiguió hacerse con el control de la situación.

El juego pasó de las cosquillas y las risas, a encontrar cualquier cosa para empapar al contrario, contando también con abrazos y caricias subidos de tono. En algún momento perdí la noción del tiempo.

Nunca sabemos muy bien quién se rindió primero, o quién tiró el último torpedo, pero la guerra acabó con ambos sentados en el suelo y conmigo apoyando la cabeza sobre su hombro desnudo y sonriendo como una idiota.

-Pasión antes que sentido común... está en mi lista.
-¿Qué lista?
-Mi lista, la de lo que el hombre mágico debe tener.
-Oh, ¿Y cómo voy en esa lista?

Se agachó y comenzó a besarme descendiendo hasta que me tuvo entre el suelo y su pecho. A pesar de todo, sus labios aún conservaban su calor característico, y esa dulzura que tanto adoraba cada vez que se acercaba.

-Sentido del humor, sabes escuchar, tienes un acento muy sensual... creo que eres un nueve de diez.
-¿Un nueve?- volvió a besarme hasta que perdí el aliento- ¿Qué me falta?
-Pues...- reí al comprobar lo fácil que sería cumplir con el último mandamiento de mi lista- Una pelea...y excitante sexo de reconciliación.

Ryan se incorporó mirando a la escena. Durante unos segundos su mirada se paró en seco sobre mí, pero no pude adivinar ninguno de sus pensamientos. Antes de volver a ponerme entre sus brazos, echó un último vistazo a la estancia.

-Yo diría que esto a sido una pelea...¿Tú que opinas?
-Opino que nuestro pequeño enfrentamiento cuenta como algo más que una guerra- sonreí, atisbando por donde iba.
-¿Qué te parece si ahora me conviertes en un diez de diez?
-Me parece estupendo..

Me elevó del suelo y en menos de diez segundos parecía haber nevado en mi cama. No me importaba, no querida saber nada más, solo que estaba con mi príncipe azul en el momento indicado en el lugar perfecto.

-Creo que voy a por el chocolate...montones de chocolate...
-De acuerdo, de todos modos seguro que quemamos todas las calorías en cinco minutos..
-Que tonta eres..

He de reconocerlo, me había sorprendido; y seguro que aún quedaban sorpresas para el resto de día... y no me quería perder ni un segundo de ellas, o del chocolate en el que parecían ir envueltas..

lunes, 5 de marzo de 2012

The tube.

La habitación parecía estar hecha exclusivamente para el confort. Era de noche, fuera parecía estar lloviendo...o quizá solo eran mis emociones haciéndome imaginar cosas.

Me encontraba de pie, junto a la cama en la que descansaba aquella entrañable mujer mayor a la que había ido a visitar innumerables ocasiones a aquella habitación. Estaba durmiendo, así que me permití mirar de nuevo a toda la estancia en general. Aún no había decidido dónde clasificar mis sentimientos, y la lámpara y la silla que decoraban la habitación no me ayudarían.

La silla... en ella había un hombre.

-Ed...

Debía conocerlo, sabía su nombre.

Suspirando decidí que era hora de salir. Recogí un muñeco que bien podría haber sido un niño de verdad, me sequé una de las tantas lágrimas que debían haber pasado ya por mi mejilla, y me dirigí a la puerta.

Al salir, aspiré el olor de la ciudad. No conocía mejor sensación que la que deja una noche despejada tras un día de lluvia. Las luces se veían borrosas, la ciudad no parecía dormir. Me permití una leve sonrisa ante ese pensamiento y empecé a andar.
Antes de doblar la esquina, un sutil toque en el hombro me detuvo. Era él.
Me paré para mirarlo sin fijarme mucho en él, le sonreí y seguí andando, haciendo hueco en la calle para que Ed pudiera acompañarme.

-¿Cómo estás?
-Lo mejor que puedo...

Volví a mirarlo, esta vez deteniéndome en cada detalle.
Su cabello pelirrojo siempre revuelto me hizo recordar todas las veces que me había dedicado a acariciarlo y soñar por encima de las nubes sin que nadie se diera cuenta. Sus labios... cada vez que los movía dotaba de vida todo su rostro; cada expresión comenzaba y terminaba en sus comisuras...
presté especial atención a mi rasgo favorito en él: sus ojos. Eran tan azules que me recordaban al reflejo de la luna en el océano en las noches más claras.
Volví a sonreír despertando de mis recuerdos y cambié mi respuesta.

-Estoy bien contigo.

Me rodeó los hombros con el brazo mientras sonreía.

-Demos una vuelta por la ciudad.

Para cuando pude darme cuenta, estaba amaneciendo.

Habíamos pasado toda la noche deambulando por las calles, hablando de multitud de temas y haciendo multitud de cosas. Ambos lo habíamos olvidado todo, el mundo empezaba y acababa aquella noche. Había vuelto a descubrir como me encantaban sus abrazos aquella noche. Podía sentir como todo el mundo se volvía un lugar seguro cuando estaba entre sus brazos, aspirando su risa y oliendo su aroma.
Solo con él sabía que tenía la fuerza suficiente para hacer cualquier cosa.

Nos detuvimos ante un edificio moderno, muy grande, casi colosal. Aún sería más grande por dentro, de eso estaba segura. Ed rozó suavemente mi mano y se atrevió a cogerla.

-Hagamos una locura.
-Nunca he usado el metro aquí, ni siquiera sabía que había uno. Solo conozco el de Londres, y tampoco soy una experta...

Su mano se aferró aún con más fuerza a la mía

-Eso no importa- dijo mientras con sus ojos penetraba los míos- Hagamoslo, vayamos a ninguna parte.

Mi sonrisa no pudo tapar las ganas que tenía de escaparme con él a ninguna parte. Él debió leerme el pensamiento, puesto que en seguida me arrastró hacía el gran edificio frente a nosotros.
Nos detuvimos de repente y nuestras miradas se cruzaron. Podía notar lo que aquello me provocaba. Nos dirigíamos a la entrada cuando una mujer nos detuvo. vestía un chaleco fluorescente y llevaba libreta y boli en mano, así que supuse que estaba al mando allí.

-No puedo dejar pasar al niño.

Ed y yo nos miramos, no pudimos hacer otra cosa que reírnos fuertemente. Incluso había olvidado a aquel muñeco durante toda la noche. De hecho, en mi cabeza ya no había espacio ni para recordar de dónde lo había sacado. Fue Ed quien para mi sorpresa se adelantó.

-No, solo somos mi mujer y yo.

Le entregué el muñeco a la mujer y no me dio tiempo a nada más, ni siquiera a reaccionar por lo que había pasado. Ed me arrastró junto a él hasta que nos perdimos de la vista de todos, abajo en las profundidades.
Entonces pareció buscar mi mirada para comprobar mi reacción, pero soy yo quien lo interroga con la mirada.
Poco a poco, se acerca más a mí. Su mirada se pasea entre mis ojos y mis labios, y empiezo a sentir su aliento en mi cuello. Empiezo a retroceder hasta chocar con la pared, intentando negarme a mi misma que también yo estoy disfrutando con la situación. Por fin me acorrala y no me deja otra escapatoria que sus ojos.

-¿Por qué lo has hecho?- le pregunto, demasiado intrigada para que no se me note.
-Era lo que yo quería...

Por fin sucede. Sus labios rozan los míos, y tras un momento de vacilación, se posa sobre la pared para de nuevo volver a juntar su boca con la mía. A cada segundo noto el placer que me producen sus suaves labios contra los míos al contraste de su incipiente barba rozando mis mejillas. Haría un trato con el diablo para que ese momento jamás acabara.
Pierdo la fuerza en cada uno de mis músculos y solo consigo dejarme llevar. Él cada vez está más cerca, mostrándose más cariñoso, y me arropa entre sus brazos dándome a entender que el tampoco quiere dejar escapar aquel momento.

Me separo para tomar aire. Lo miro y me pierdo de nuevo en su mirada. Ni siquiera me atrevo a pestañear. Él me responde con una sonrisa, la más bonita de todas. Me abraza hasta conseguir estremecerme, y se separa para danzar y saltar de un sitio a otro mientras grita de alegría.

-¡Ed!
-¡Te quiero! ¡Joder te quiero! Siempre he querido esto entre nosotros...
-Yo también, pero e momento siempre se nos escapaba
-No, nunca más. ¡Casémonos!
-¡Es una locura!

Por fin veía brillar sus ojos después de tanto tiempo... ardería felizmente en el infierno con tal de que aquel brillo nunca se apagara.

-¡Lo sé! ¡Hagamos una locura! ¡Nos queremos! ¿Qué mejor locura que pasar el resto de nuestras vidas juntos?
-Como siempre debió haber sido...
-¿Eso es un sí?- acarició mi mejilla suavemente con su mano mientras me dedicaba una sonrisa expectante. Él ya sabía lo que venía a continuación.
-¡Si! Dios claro que si... cojamos ese metro a ningún lugar, casémonos, vivamos felices como siempre quisimos... te amo

Me tomó en volandas haciéndome girar mientras, una vez más, nuestras miradas lo decían todo. Su risa me parecían ángeles cantando, y casi quería llorar por haber recuperado ese sentimiento que jamás debí haber dejado ir.

-¿Confias en mí?

lo encontré tendiéndome la mano esperando una respuesta. Solo pude mirarlo y de nuevo sonreír. Sabía que era una locura, pero por fin estaba viviendo de verdad. Le tendí mi mano y en seguida noté el movimiento. Me había cogido y había echado a correr sobre nuestros pasos. No sabía a dónde me llevaba, pero como había afirmado al tomarle la mano, confiaba en él.

-¡Estás loco!
-¡Lo sé! ¡Y es todo por tu culpa!

Sonreí mientras nos deteníamos. Solo un puente nos separaba de una preciosa playa y del amanecer. el sol empezaba a bañar las pequeñas ondas que se formaban en el mar con una luz dorada que hacía creer que Apolo estaba haciendo su trabajo.

para cuando pude recobrar el aliento, me di cuenta de que el puente estaba casi totalmente derruido, no era muy grande, pero solo quedaban el principio y el fin

-¡Salta!

Ed ya había salvado las distancias y se encontraba al otro lado del puente. Vi como sacaba el móvil y comenzaba a hablar algo que no entendí mientras yo seguía sin atreverme si quiera a pensar en saltar.

-¡Vamos salta! Yo estoy aquí- Al colgar centró toda su atención en mí, y extendió los brazos para darme seguridad.

Era ahora o nunca. Si me lo pensaba, jamás lo haría, así que tomé carrerilla. Cerré los ojos y comencé a correr hasta que no hubo suelo. Al instante siguiente, me encontraba entre sus brazos riendo.
Abrí los ojos y fui yo la que tomó la iniciativa. Milésimas de segundo después había tomado sus labios como rehenes y su cara como un lienzo para dibujar caricias. La música de las olas era nuestro acompañamiento a un mundo que jamas hubiera soñado lejos de él.

Me cogió de la mano y me acompañó hasta el limite entre las olas y la arena. Él sol enmarcaba el momento, colocado perfectamente en el cielo.

-Te quiero- su pecho me sirvió de colchón para colocar esas palabras junto a mí y abrazarlas con fuerza.

Giré para besarlo y su sonrisa me detuvo, haciéndome sospechar.

-¿Que pasa? ... ¿A quién has llamado antes?
-Solo estaba... planeando nuestra locura.
-Me quedaría aquí contigo para siempre...- paré para analizar sus palabras, ¿Habría sido capaz?
-Llegaremos tarde...
-¿A quién le importa?

Volví a apoyarme en su pecho. Sus manos acariciaban mi pelo  y me hacían cosquillas por toda la cara. Él también se recostó y quedamos abrazados uno junto al otro. El calor de su sudadera me hacía querer estar más cerca, y los susurros cerca de mi oído junto a sus labios rozando los míos me confirmaban lo perfecto que estaba consiguiendo ser el primer momento del resto de nuestras vidas.

Dreamer...*

Trying to figure it out Who I am...

I'm an Angel, I'm a devil,
I am sometimes in between
I'm as bad it can get,
and good as it can be
Sometimes I'm a million colores
Sometimes I'm black and white
I am all extremes
Try figure me out you never can
There's so many things I am

I am special
I am beautiful
I am wonderful
and powerful,
Unstoppable
Sometimes I'm miserable
Sometimes I'm pitiful
but that's so typical of all the things I am

I'm someone filled with self-belief
and haunted by self-doubt
I've got all the answers
I've got nothing figured out
I like to be by myself
I hate to be alone
I'm up and I am down
but that's part of the thrill
part of the plan
part of all of the things I am

I'm a million contrafitions
Sometimes I make no sense
Sometimes I'm perfect
Sometimes I'm a mess
Sometimes I'm not sure who I am

...I'm a Dreamer*