miércoles, 14 de marzo de 2012

The flood.

Por fin abro los ojos.

Me despierta un leve ruido pero aún así es suficiente. No me duele la cabeza ni me siento mareada, a pesar de que no recuerdo nada de las pasadas doce horas...extraño.

No es mi cama, no es mi casa, pero reconozco dónde estoy.

Es el grito que doy al darme cuenta de que es Lunes y llego tarde el que me avisa de que no estoy sola, y el que me precipita a caerme de la cama.

-¡Paula!

Me responde con un gruñido. Nunca ha llevado bien lo de no dormir ocho horas.

-¡Llegamos tarde! ¡Muévete!
-Tarde...tarde... ¡Tarde!

Parece que por fin se da cuenta de que los domingos están echos para descansar y acostarse pronto y se levanta precipitadamente; tanto, que parece marearse en el proceso.

Por mi parte, busco todo lo que me pertenece en el caos que Paula se atreve a llamar habitación. Para mi sorpresa, la ropa de la que dispongo no es precisamente adecuada para una entrevista de trabajo, pero aún así me visto, me peino y recojo mi móvil y mis tacones.

-Tenemos que pasar por mi casa, no puedo presentarme así a ningún sitio que abra antes de las once.
-Tienes razón...- me mira de arriba abajo y sonríe- tenemos media hora... ¿Nos da tiempo?
-Más nos vale.. pero primero, ¿Que tal si te vistes tú también?
-Mmm...si, eso... creo que estaría bien...voy.

Cuando por fin mi amiga arrastró su culo hasta la puerta, pudimos darnos un poco de prisa. Por suerte, vivimos muy cerca la una de la otra, y creí que eso nos ayudaría a ganar tiempo...si hubiera sabido lo equivocada que estaba...

En teoría, no debería haber nadie en casa, aunque aún así Paula y yo estamos acostumbradas a susurrar cuando entramos "en secreto". Esta vez, soy yo la que escucha susurros nada más abrir la puerta, y sé perfectamente quién es cada una de las voces de la conversación.

-No creo que eso la sorprenda demasiado, pero también podemos hacerlo...- la voz de mi madre atraviesa mis oídos.
-Dice que no le gustan las sorpresas, pero seguro que le encanta...- mi novio, parece que viene de la cocina.

¿De que hablan? le hago señas a Paula y decido interrumpir la conversación, ¿Quién da ahora las sorpresas?

-¡Ryan! ¿Qué estás haciendo aquí? y... - le hecho un vistazo al estado actual de la cocina- ¿Qué es todo esto?
-Bueno, yo me voy...- mi madre a veces consigue escabullirse tan rápido que da miedo. Ojalá hubiera heredado esa capacidad...
-¿Y esa ropa?
-Vale, ¿Qué es esto?- cojo un bol de harina que hay sobre la mesa y lo pongo entre Ryan y yo.

Al segundo siguiente noto como mi cara ha quedado cubierta por una capa blanca, obviamente de harina, obviamente gracias a que al gracioso de mi novio se le ha ocurrido soplar en dirección a mi cara.

-Bueno...yo voy yendo ¿vale? Te espero allí...- yo en su lugar también habría salido de allí sorprendida lo más deprisa que hubiera podido, pero en mi caso no era posible.

En cambio, yo podía hacer otras cosas.

Como era de esperar, ahora ya no era mi cara la única que estaba totalmente blanca.

-Que mala eres...
-¿Qué mala soy?
-Yo que quería hacerte algo bonito...
-Ya...- no puedo decir que no dirigiera contra el algunos proyectiles más de magia blanca.
-Sabía que te iban a contratar, pienso algo bonito, ¿Y así me lo pagas?

Sus palabras, como hacían normalmente, escondían un mensaje oculto, en este caso, lo que estaba pensando hacer conmigo nada más acabar de hablar.
Él, metro ochenta, castaño y de grandes ojos azules, parecía un niño disfrutando en el parque mientras me cubría de harina e inundaba la cocina . También acabó herido de blanco, aunque desde luego consiguió hacerse con el control de la situación.

El juego pasó de las cosquillas y las risas, a encontrar cualquier cosa para empapar al contrario, contando también con abrazos y caricias subidos de tono. En algún momento perdí la noción del tiempo.

Nunca sabemos muy bien quién se rindió primero, o quién tiró el último torpedo, pero la guerra acabó con ambos sentados en el suelo y conmigo apoyando la cabeza sobre su hombro desnudo y sonriendo como una idiota.

-Pasión antes que sentido común... está en mi lista.
-¿Qué lista?
-Mi lista, la de lo que el hombre mágico debe tener.
-Oh, ¿Y cómo voy en esa lista?

Se agachó y comenzó a besarme descendiendo hasta que me tuvo entre el suelo y su pecho. A pesar de todo, sus labios aún conservaban su calor característico, y esa dulzura que tanto adoraba cada vez que se acercaba.

-Sentido del humor, sabes escuchar, tienes un acento muy sensual... creo que eres un nueve de diez.
-¿Un nueve?- volvió a besarme hasta que perdí el aliento- ¿Qué me falta?
-Pues...- reí al comprobar lo fácil que sería cumplir con el último mandamiento de mi lista- Una pelea...y excitante sexo de reconciliación.

Ryan se incorporó mirando a la escena. Durante unos segundos su mirada se paró en seco sobre mí, pero no pude adivinar ninguno de sus pensamientos. Antes de volver a ponerme entre sus brazos, echó un último vistazo a la estancia.

-Yo diría que esto a sido una pelea...¿Tú que opinas?
-Opino que nuestro pequeño enfrentamiento cuenta como algo más que una guerra- sonreí, atisbando por donde iba.
-¿Qué te parece si ahora me conviertes en un diez de diez?
-Me parece estupendo..

Me elevó del suelo y en menos de diez segundos parecía haber nevado en mi cama. No me importaba, no querida saber nada más, solo que estaba con mi príncipe azul en el momento indicado en el lugar perfecto.

-Creo que voy a por el chocolate...montones de chocolate...
-De acuerdo, de todos modos seguro que quemamos todas las calorías en cinco minutos..
-Que tonta eres..

He de reconocerlo, me había sorprendido; y seguro que aún quedaban sorpresas para el resto de día... y no me quería perder ni un segundo de ellas, o del chocolate en el que parecían ir envueltas..

No hay comentarios:

Publicar un comentario